En Chile la mayor entrada del dinero del país proviene de la exportación vitivinícola y a su vez se destina una gran suma de dinero a este sector para la investigación sobre nuevas técnicas de producción e innovación en el manejo del producto.
Por esto diferentes centros e instituciones del país se unieron para crear el FastWine, una técnica de identificación de baterías lácticas en el vino, de esta forma busca generar menos pérdidas por contaminación y mayores retornos al hacer más dinámicos los flujos de despacho.
Esta tecnología es capaz de obtener en pocas horas información detallada sobre la presencia y la cantidad de levaduras en cualquier etapa de elaboración del vino, a diferencias de los sistemas tradicionales. También reconoce el tipo de patógeno, mediante una metodología de identificación molecular (qPCR) con sondas, que permite recoger suficiente información para tomar mejores decisiones productivas de manera rápida y eficiente.
Según sus creadores se espera que con esta técnica no solo se utilice de manera ocasional y separada sino que se añada al propio proceso de producción como una etapa más y dado que es un proyecto de colaboración entre varias entidades chilenas, se ha conseguido introducir en empresas privadas con resultados satisfactorios.
En FastWine han realizado más de seis mil ensayos en los últimos dos años y ya ha comprobado su eficacia en las viñas San Pedro, Tarapacá y Errázuriz. En cuanto a su proyección, se espera transferir concretamente al mercado y que sea utilizada directamente por el personal de las viñas para intensificar sus usos, mediante protocolos de obtención, pureza y calidad del material genético de los microorganismos.
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